A nivel local nos toca decidir la conformación de la región norte (Tumbes-Piura-Lambayeque), un camino para aumentar las capacidades productivas de las provincias y tener mayor poder de negociación frente al poder central (Lima).
Partiendo de la premisa “Unidos, jamás seremos vencidos” es indudable que la regionalización traerá muchos beneficios, por mencionar:
-Contar con más de 300 mil hectáreas agrícolas con miras a incrementarse con los proyectos de irrigación de Olmos; alto Piura y Puyando-Tumbes.
-Convertirnos en el segundo destino turústico del País, por nuestros atractivos turísticos.
-Incremento de recursos a partir de la transferencia del 50% de la recaudación por concepto de IGV más los nuevos ingresos corrientes a partir de la ley de incentivos.
-Tener una mayor capacidad de negociación y dialogo político frente al gobierno central.Pero sin cambios y reformas realmente eficaces en la gestión publica estaremos propensos en caer en la burocratización y ni que hablar de las disputas por la representatividad en la organización política-administrativa de la nueva región.
Otros de los riesgos en la regionalización es el centralismo al interior de las regiones, el clásico: el grande se come al pequeño, así mismo el resurgimiento de una cultura departamentalista y localista, pero es la sociedad civil quien debe ser un ente vigilante-fiscalizador y ser uno de los actores protagónicos y dejar de lado paradigmas individualistas y formar una cultura donde los intereses políticos y personales sean una herramienta fortalecedora de la democracia y del desarrollo.
La regionalización es un largo camino, no se trata de que las cosas cambien de la noche a la mañana, pero debe comenzar con bases sólidas y que no se convierta en escenario de “telenovelas” donde la corrupción, los nombramientos a dedo, los jugosos sueldos, los intereses políticos, etc. sean los líneas principales del guion.
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